Conferencia-debate del 6 de Octubre en FORO ACP 2011 de Málaga bajo el título “LA REGENERACIÓN ECONÓMICA, SOCIAL Y POLÍTICA COMO PREMISA DE LA RECUPERACIÓN”. Un título muy sugerente y difícilmente pueden abordarse todos los aspectos en la presente ponencia. No obstante, me gustaría aportar mi visión sobre la situación actual que se articula en tres ámbitos:
- dónde y cómo estamos (en un cambio de etapa y angustiados);
- de dónde venimos (diagnóstico y lecciones) y
- hacia dónde orientarnos (referencias básicas de proyecto de futuro).
Y anticipo que creo firmemente que saldremos, eso sí, con esfuerzo, compromiso y responsabilidad individual y colectiva porque creo firmemente que contribuir al proyecto colectivo es generar oportunidades para nuestro propio futuro.
Tenemos que partir del reconocimiento de la realidad para intentar transformarla. Andar con paños calientes no sirve más que para engañarse: la situación es grave y la crisis severa.
- Como individuos: 5 millones de parados y resto con inseguridad, miedo ante la pérdida de empleo o de renta, de posición..
- Las empresas están en modo pánico: sin demanda, sin cobrar (morosidad) y sin crédito (sequía financiera).
- Y el Estado al borde del colapso.
- Muchas incógnitas y creciente complejidad que obtienen respuestas derrotistas, victimistas o evasivas que no hacen sino acrecentar nuestra sensación de estar perdidos. Pero eso no puede llevarnos a cuestionarnos todo al mismo tiempo: Europa y el euro, los mercados y el Estado de Bienestar, los políticos y la democracia… Y eso es lo que lamentablemente está pasando. Porque ese cuestionamiento y desorientación nos lleva a la parálisis y con ello al cumplimiento inevitable de los peores presagios. Incapacidad, impotencia ante lo que sin duda constituye una de las crisis más graves de los últimos años y con ello un punto de ruptura o de cambio de etapa: el siglo XXI. No se identificó bien cuando comenzó o no se quiso o no interesó verla… pero en todo caso, una vez constatado, afrontémoslo con seriedad.
- Se está produciendo un ajuste real y doloroso para muchos (se va extendiendo, repartiendo el esfuerzo): en cantidad (paro, cierre de empresas, ajustes en el sector público) y en precio (recortes salariales y de márgenes/beneficios, bajadas de algunos precios). Pero es vital entender bien lo que nos pasa para poder salir. La ausencia de acuerdo en el diagnóstico nos está llevando al caos en medidas y la hiperactividad equivocada está resultando ya muy costosa. En mi opinión, los árboles no nos dejan ver el bosque, nos falta perspectiva, visión. No es fácil tomar distancia pero es necesario para identificar algunas referencias y lecciones que nos aporten orientación en la salida al tiempo que dan sentido a la acciones inmediatas. Intento explicarme.
Como apuntan Rheinhart y Rogoff en su libro de las crisis financieras de 2009, sufrimos un sobreendeudamiento con inflación de activos: la burbuja ha estallado. Tenemos sobrecapacidad que no genera crecimiento lo que nos hace menos productivos y menos competitivos ya que tenemos que seguir pagando por algo que no nos sirve. Y ese lastre existe en todos los sectores pero yo destacaría tres que son los más significativos en nuestro caso: inmobiliario, bancario (especialmente Cajas de ahorro) y Administración pública. Y hay que afrontar esta carga sin estar preparados para competir en el mundo global actual con reglas y jugadores en acelerado cambio.
Abordemos el origen de los problemas y no sus corolarios. En mi opinión:
- No es un problema de liquidez, aunque se manifieste en restricción severa del crédito sino de solvencia: no somos capaces de generar ingresos suficientes para atender a nuestras necesidades.
- No es un problema de mercados, aunque estos funcionen de manera imperfecta sino de las malas reglas (o de su “enforcement” -aplicación y control).
- No es un problema de la política o de las instituciones sino de los malos políticos y los malos gestores.
Algunas referencias para informar un proyecto de futuro que se derivan de este diagnóstico y de las lecciones del pasado que no acabamos de aprender (ese es el peligro de negar la realidad e intentar nadar contracorriente).
El entorno en el que nos movemos es global. La globalización es un éxito y es un proceso irreversible. Todos los países abrazan el mercado como mecanismo de asignación de recursos con independencia de su régimen político, lo que falla es la gobernanza, las reglas. Porque están mal diseñadas y/o porque no se aplican. Las instituciones en esta situación son muy importantes pero es preciso reformarlas para que estén a la altura de la complejidad del entorno.
No obstante, el vector fundamental de progreso es la iniciativa privada como base generadora de riqueza. El Estado no crea riqueza, aunque tiene un papel crucial: debe aportar certidumbre al marco de actuación, incluyendo un sistema sostenible de redistribución de parte de la riqueza generada por los emprendedores.
Y es que parto de una visión humanista de la economía, entendida ésta como articulación básica de la sociedad y de su organización política. El individuo como protagonista. Eso sí, un individuo que aspira a ser ciudadano de pleno derecho, comprometido y responsable que hace la máxima aportación y respeta el papel de los otros en el convencimiento de que contribuir a una mejor sociedad es la mejor manera de mejorar el propio bienestar… Y no el atajo actual de sacar el máximo provecho de la sociedad sin aportar ni respetar a los demás. Todos tenemos un papel que jugar y todos somos responsables del proyecto común. Ese es mi concepto de democracia. Cada ciudadano en su ámbito de actuación y como parte de la empresa, de las asociaciones, de las instituciones y también de la política. Los individuos tenemos que formarnos permanentemente para capacitarnos y adaptarnos al cambio. Esa es la regeneración que necesitamos para impulsar la recuperación.
Las empresas tienen que ser más empresa. Saber anticipar las tendencias, identificar las necesidades y aprovechar las oportunidades que ello representa. Eso requiere:
- Ambición
- Buenos equipos, talento: espíritu global e innovador
- Gestión del conocimiento: leer la realidad
- Gestión adecuada de los riesgos: emprender implica asumir riesgos. No hay garantías pero sí gestión del fracaso
- Modelo rentable: ajuste permanente para contar con una base de negocio saneada y solvente
- Organización no sólo eficiente sino ágil y flexible para adaptarse rápidamente.
- Priorizar y actuar
Los Gobiernos y las Administraciones que pretenden liderar deben contribuir al proyecto país, a que seamos atractivos, a que seamos competitivos. Y competimos con todo, también con la sociedad de bienestar. Para ello tan importante es el contenido de la acción política como la forma. La forma de hacer política implica generar una relación de confianza en la sociedad ayudando a establecer incentivos claros a las buenas prácticas y la sanción a las malas y para ello debe mejorarse el proceso de toma de decisiones y en concreto del diseño y aplicación de la regulación. Necesitamos buena regulación. En cuanto al qué puede hacer la Administración para hacernos más fuertes, más solventes, más competitivos, vayamos a los criterios que se manejan internacionalmente para establecer el ranking de competitividad en el que vamos cayendo dramáticamente. En un análisis que hice recientemente comparando los distintos índices, el conjunto de criterios que se barajan se agrupan en 4 grandes apartados que van de los más concreto, que es lo que se suele considerar como competitividad (costes de los factores) a lo más general pero no por ello menos determinante:
- Dotación factorial: personas bien formadas, sistema de salud de calidad, infraestructuras de calidad, I+D
- Entorno social: seguridad física y estado de bienestar
- Estabilidad macroeconómica y competencia en los mercados
- Marco político y legislación: instituciones y seguridad jurídica.
Para ello, la Administración tiene, como la empresa, que ser una organización solvente (concepto equivalente al de rentable), ágil y eficiente para estar a la altura de la misión encomendada por la sociedad. Debe ajustarse hoy y prepararse para afrontar los retos de futuro que ya teníamos planteados antes de la crisis (envejecimiento, cambio climático y energía..). Siento sonar economicista, pero hoy se ha puesto claramente de manifiesto que las Administraciones, como las empresas, tienen que ir a los mercados a financiarse y éstos, salvo que inventemos el dinero místico, quieren cobrar lo que prestan, entre otras razones porque tienen que devolvernos con intereses nuestro ahorro.
En momentos de cambio como los que vivimos es cuando existen oportunidades, por eso es importante saber leer lo que está pasando en nuestro entorno, hoy más global y complejo que nunca, y trabajar, esforzarse para saber aprovechar mejor que otros las oportunidades que identifiquemos.
Apostemos por la ambición desde el realismo, emprendiendo y aportando, exigiéndonos, porque mundo que vivimos es muy exigente y otros, en lugares ya no tan lejanos, están dispuestos a asumir el reto, lo están haciendo.
Para ello, pongamos las cuentas en orden y en claro, y definamos un proyecto de futuro en un entorno realista, con confianza en nuestras capacidades, con responsabilidad y compromiso. Todos. Porque todos tenemos un papel que jugar desde el respeto al otro. Mejor en un marco de reglas claras que se cumplan.
Compartí debate con Luis Carlos Croissier que valoró en su intervención tres elementos de la mía:
- No todo en cuestión y no todo al mismo tiempo. Importancia de las instituciones
- Que el mercado exige regulación y que efectivamente ha fallado el esquema de regulación/supervisión y que se ve el problema pero no se soluciona (mala gobernanza)
- Que hay que mantener la economía abierta.
Su ponencia fue eminentemente económica centrada en los factores para la recuperación:
- Que la economía internacional se recupere
- Que se resuelva la crisis del euro
- Que se recupere el crédito bancario
¡¡Estoy de acuerdo!! pero, como me temía, es un planteamiento derrotista, victimista y evasivo: no depende de nosotros… Y me niego a cruzarme de brazos y lamentarme. Contribuir al proyecto colectivo es generar oportunidades para mi propio futuro.
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