La crisis como oportunidad y no como excusa

2012 va arrancar con un nuevo Gobierno en España. Si bien es cierto que las dificultades a las que nos enfrentamos son muy severas, el momento no puede ser más señalado para iniciar una nueva etapa marcada por unas cuentas claras y un proyecto atractivo de futuro.  Es mucho lo que hemos conseguido en estos años de democracia y de integración en el proceso europeo pero ahora toca demostrar que somos capaces de sostenerlo y mejorarlo en un entorno como el actual, global y crecientemente exigente y complejo.

 

La primera referencia es por tanto el contexto en el que tenemos que vender nuestro proyecto: un proceso de globalización que puede tener problemas de gobernanza pero que no tiene marcha atrás. Afortunadamente ha sido un éxito y países que hasta hace 20 años eran marginales ahora ya emergidos  marcan el ritmo de crecimiento. En este mundo tan complejo no podemos dudar de que en Europa y con el euro estamos mejor posicionados que en solitario. Primer reto, por tanto, reforzar nuestro posicionamiento en el proceso de globalización participando activamente en las reformas que fortalezcan Europa y los mecanismos de gobernanza que faciliten el mejor aprovechamiento de las oportunidades de la globalización. Tenemos que vendernos más y mejor e implicarnos más y mejor en la solución de los problemas globales.

 

La mejor manera de aumentar nuestra capacidad de influencia es la ejemplaridad, la coherencia. Vender lo que somos, creyendo en nuestras fortalezas.  Nuestro gran reto es contar con una economía fuerte y competitiva, capaz de impulsar crecimiento generador de empleo. Tenemos que ser capaces de producir, distribuir y vender bienes y servicios en el mercado global porque esa es la base del empleo y de la riqueza de un país.  La crisis financiera global nos ha dejado con un exceso de capacidad inservible que aún no hemos pagado (exceso de endeudamiento). Tenemos que pagar nuestras deudas y deshacernos del lastre. Con crecimiento obviamente será más fácil hacer ambas cosas y al tiempo crear empleo. Ello requiere hacer muchas cosas. Mejor si contamos con todos, coordinando esfuerzos.

 

Y es que  competimos con todo, también con el sector público y nuestro Estado de Bienestar, rasgo irrenunciable de nuestro modelo, que deben convertirse en ventaja competitiva para atraer proyectos, talento y financiación.  El nuevo Gobierno debe liderar con el ejemplo, empezando por poner en orden lo que depende directamente de él, planteando una consolidación fiscal a medio-largo plazo (ser capaz de obtener ingresos suficientes para atender las necesidades) que ha de basarse en mejoras de eficiencia más allá del mero recorte, con una revisión profunda de la propia Administración, también la tributaria.

 

El próximo Gobierno debe liderar e impulsar el proceso de transformación del sector privado incidiendo en las condiciones básicas para su desarrollo, empezando por las reglas de juego. Necesitamos buena regulación y buenas instituciones para vigilar su cumplimiento (seguridad jurídica e instituciones fuertes).  Tres ámbitos prioritarios de acción: las personas (educación/formación orientada a la capacitación para un empleo competitivo y mercado laboral flexible con una negociación colectiva adaptada a la realidad empresarial), la financiación (sistema financiero solvente) y la energía.

Una última cuestión que considero crítica para el éxito del proyecto de país: el compromiso de todos y cada uno de los ciudadanos que quieran vivir en España aportando lo mejor de nosotros mismos. Respetar y cuidar el espacio común mejora el bienestar de todos.

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